Infundía respeto. Era un hombre de códigos. Era grandote, tenía el gesto adusto y no destilaba simpatía. Odiaba la violencia. No le gustaba la gente que iba a la cancha a hacer quilombo, a pelearse, menos la gente que llegaba dada vuelta. Se calcula que el 4% de la población mundial está involucrada directamente en el fútbol, ya sea jugando (profesional, semi profesional o amateur), trabajando (árbitro, entrenador, etc.) en asociaciones y en clubes, sin incluir a los fanáticos que lo siguen.